Suave patria (fragmento)

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos se vacía
el santo olor de la panadería.
[...]
Suave Patria: te amo no cual mito,
sino por tu verdad de pan bendito;
como a niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja
y la falda bajada hasta el huesito.

Ramón López Velarde
Presentación del panadero anarquista Bortolo Scarmagnan (fragmento)

Y sólo importa hoy la bóveda del horno.
La harina se hace pan, el pan es carne.
El pan son estos muslos que despiertan
muy noche adentro, al roce de otras piernas,
para luego salir antes que el día
a iluminar el horno y la madera.
Y en cuanto brota el sol, el pan no basta.
No brillan las constelaciones cernidas sobre el suelo
si todo está astillado de gendarmes
y es necesario huir sobre un vapor.

Paula Abramo
XIII

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente
mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tanto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

César Vallejo


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Andéme yo caliente,
y ríase la gente.







y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañana de invierno
naranjada y aguardiente,



Luis de Góngora
Incurable (fragmento)

He aquí el pan, sus quijadas sonámbulas que habrán de cernirse
sobre los grumos de nuestra boca,
sobre las migajas inconsolables de las encías, sobre
los gradientes palatales de nuestra paranoia masticadora: el pan,
su cuchillada, su puño de oblea llena,
su corazón de modo alimenticio que al mismo tiempo es una
guillotina que nutre los intestinos
con una devoradora y afilada ondulación de trigal centelleante; el
pan y su quietud visionaria sobre la mesa del desayuno
y a los lados del sueño que lo mitologiza sin piedad,
lo deja hecho una miserable joya civilizada, un pedazo mullido
en la alacena.

David Huerta
Gargantúa y Pantagruel (fragmento)

Vi también a Jean-le-Maire, que remedaba al papa y a todos los pobres reyes y papas del mundo les hacía besar sus pies, y haciendo garabatos les daba su bendición, diciéndoles: --Ganad indulgencias, cochinos; tomadlas, están baratas. Yo os absuelvo de pan y de sopa y os dispenso de no valer nada.

Francois Rabelais
Se lee en un "Lamento de un poveretto huomo sopra la carestía" de la misma época.

Gocemos hoy y festejemos
todos en buena compañía
desde que cruel carestía
no nos hace padecer [...]
Viva el pan y viva el trigo,
la riqueza y la abundancia,
cantemos pues los pobres,
que ya ha vuelto la esperanza [...]
Tras la noche viene el alba,
tras el mal nos llega el bien,
la riqueza guía y dueña,
nos alivia toda pena;
mucho trigo trae consigo:
sólo esto nos mantiene,
el pan blanco, bello y bueno,

Carlo Ginzburg
Pan

Dejaron un pan en la mesa,
mitad quemado, mitad blanco,
pellizcado encima y abierto
en unos migajones de ampo.

Me parece nuevo o como no visto,
y otra cosa que él no me ha alimentado,
pero volteando su miga, sonámbula,
tacto y olor se me olvidaron.

Huele a mi madre cuando dio su leche,
huele a tres valles por donde he pasado:
a Aconcagua, a Pátzcuaro, a Elqui,
y a mis entrañas cuando yo canto.

Otros olores no hay en la estancia
y por eso él así me ha llamado;
y no hay nadie tampoco en la casa
sino este pan abierto en un plato,
que con su cuerpo me reconoce
y con el mío yo reconozco.

Se ha comido en todos los climas
el mismo pan en cien hermanos:
pan de Coquimbo, pan de Oaxaca,
pan de Santa Ana y de Santiago.

En mis infancias yo le sabía
forma de sol, de pez o de halo,
y sabía mi mano su miga
y el calor de pichón emplumado...



Como tú

Yo como tú
amo el amor,
la vida,
el dulce encanto de las cosas
el paisaje celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.

Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

Roque Dalton
El hambre

Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.

Tú que arrojaste al círculo del horizonte abierto
la alta proa del viking, las lanzas del desierto.

En la Torre del Hambre de Ugolino de Pisa
tienes tu monumento y en la estrofa concisa

que nos deja entrever (sólo entrever) los días
últimos y en la sombra que cae las agonías.

Tú que de sus pinares haces que surja el lobo
y que guiaste la mano de Jean Valjean al robo.

Una de tus imágenes es aquel silencioso
dios que devora el orbe sin ira y sin reposo,

el tiempo. Hay otra diosa de tiniebla y de osambre;
su lecho es la vigilia y su pan es el hambre.

Tú que a Chatterton diste la muerte en la bohardilla
entre los falsos códices y la luna amarilla.

Tú que entre el nacimiento del hombre y su agonía
pides en la oración el pan de cada día.

Tú cuya lenta espada roe generaciones
y sobre los testuces lanzas a los leones.

Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.

Jorge Luis Borges
¿Qué es esto? dijo el Israelita, viendo
descender el Maná, llover el cielo
cándidos copos de sabroso hielo,
los árboles del monte encaneciendo.

¿Qué es esto? dijo, cuando estás comiendo 5
aquel licor de celestial consuelo,
sombra de la verdad, de la luz velo,
que ahora vive en blanca nieve ardiendo.

¿Qué es esto? dijo, viendo como llueve
sobre la salas del templado viento 10
débil manjar envuelto en aura leve.

Y hoy Cristo les responde en sacramento:
Este es mi cuerpo; la respuesta es breve,
enigma el pan, y el mismo Dios sustento.

Lope de Vega

Después le olvidé, hasta este día
en que los dos nos encontramos,
yo con mi cuerpo de Sara vieja
y él con el suyo de cinco años.

Amigos muertos con que comíalo
en otros valles sientan el vaho
de un pan en septiembre molido
y en agosto en Castilla segado.

Es otro y es el que comimos
en tierras donde se acostaron.
Abro la miga y les doy su calor;
lo volteo y les pongo su hálito.

La mano tengo de él rebosada
y la mirada puesta en mi mano;
entrego un llanto arrepentido
por el olvido de tantos años,
y la cara se me envejece
o me renace en este hallazgo.

Como se halla vacía la casa,
estemos juntos los reencontrados,
sobre esta mesa sin carne y fruta,
los dos en este silencio humano,
hasta que seamos otra vez uno
y nuestro día haya acabado...

Gabriela Mistral

Autorretrato de Juan Panadero

1
Me llamo Juan Panadero,
por la tierra y por el mar.
El pan que amaso es de harina
que nadie puede comprar.

2
Que yo no vendo mi trigo.
Mi pan me lo como yo
o lo regalo al amigo.

3
Lo que mi molino muele,
lo dice Juan Panadero,
se reparte y no se vende.

4
Y el que me quiere probar,
vaya sabiendo que soy
harina de otro costal.

5
Si algo más quieren saber,
se lo pregunten a un río
que va del Puerto a Jerez.

Rafael Alberti