la historia, que en su concepción lineal y evolutiva “no toma en cuenta la compleja urdimbre de los signos […] el movimiento del lenguaje en los procesos reales, hacia adelante y hacia atrás, presente y ausente, lateral, etc.” (Eagleton, 1998: 160).
“vestigios, tal vez infinitesimales, que permiten captar una realidad más profunda, de otro modo inaferrable” (Ginzburg, 1994: 143).
“La noción de lo individual, asimismo, introduce la cuestión de la subjetividad, tanto de quien ha dejado la huella como de quien la reconoce como indicio” (Lorenz, 2007: 48).
"todo lo que se produce y circula y nos penetra y es social y privado y público y 'real'. Es decir, entrarían en un tipo de materia y en un trabajo social [la realidad cotidiana] donde no hay ‘índice de realidad’ o ‘de ficción’ y que construye presente." (Ludmer, 2009)
Ginzburg desarrolla el paradigma de inferencias indiciales, propuesta analítica que retoma los modelos interpretativos de una “constelación de disciplinas basadas en el desciframiento de señales de distinto género, desde los síntomas a la escritura”, que articulan saberes experienciales con el fin de reconstruir una “realidad compleja, no experimentada en forma directa”. (Ginzburg, 1994: 144, 146)
"esas formas del saber eran más ricas que cualquier codificación escrita; no se transmitían por medio de libros, sino de viva voz, con gestos, mediante miradas; se fundaban en sutilezas que por cierto no eran susceptibles de formalización, que muy a menudo ni siquiera eran traducibles verbalmente; constituían el patrimonio, en parte unitario y en parte diversificado, de hombres y mujeres pertenecientes a todas las clases sociales." (Ginzburg, 1994: 155)
“¿qué transforma a determinados elementos —imágenes, consignas— en indicios para quienes se apropian de ellos?” (Lorenz, 2007: 490).
"No nos llegan mensajes del pasado, apenas preguntas sobre el presente y posiblemente también sobre el futuro."
(Ginzburg, 2010)
“lo que queda adherido a los símbolos en forma permanente, más que determinadas estructuras lógicas, son marcas experienciales. […] De este modo, los indicios no lo son tanto de valores o ideas, como de sentimientos asociados a ellos. Es la experiencia la que otorga sentido a los vehículos culturales” (Lorenz, 2007: 53).
“la existencia de un nexo profundo, que explica los fenómenos superficiales, debe ser recalcada en el momento mismo en que se afirma que un conocimiento directo de ese nexo no resulta posible. Si la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas –pruebas, indicios—que permiten descifrarla.” (Ginzburg, 1994: 162).
“Nada de lo que se verifica se pierde para la historia”, recordaba Walter Benjamin, mas “solo la humanidad redenta toda plenamente su pasado”. Redenta, es decir, liberada. (Ginzburg, 2008: 28).























“Las huellas también se alinean, más o menos espaciadas, siguiendo estos recorridos de dolor, sufrimiento o resistencia […] se trata de recuperar y estudiar las respuestas específicas a esas situaciones semejantes que otorgan peso simbólico a elementos aparentemente inconexos.” (Lorenz, 2007: 54).
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"Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos." (Benjamin, 1942)
"El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia. Por cierto, que sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte su pasado. Lo cual quiere decir: sólo para la humanidad redimida se ha hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos." (Benjamin, 1942)
"La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existen las finas y espirituales." (Benjamin, 1942)
"los bienes culturales que abarca[mos] con la mirada, tienen todos y cada uno un origen que no [podremos] considerar sin horror. Deben su existencia no sólo al esfuerzo de los grandes genios que los han creado, sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. Jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de la barbarie. (Benjamin, 1942)